La historia de la humanidad es una historia de luchas, de enfrentamientos, de ansias de poder, de obsesión por dominar, ser más, tenerlo todo, someter para sentirse fuerte, dominar el mundo… ese mundo que ha ido ampliándose poco a poco.
Los persas buscaban someter a todos los pueblos para ser los dueños del mundo, hasta dónde podían imaginar que llegaba. Lo mismo quiso Alejandro Magno, ese macedonio insigne que llevó la cultura griega muy lejos de su origen y soñó con llegar a los confines de la tierra conocida. Luego los romanos se impusieron y ampliaron las fronteras, ensancharon el mundo….. y así hasta nuestros días donde seguimos viviendo bajo la obsesión del poder global, van cambiando las formas, se perfecciona la tecnología disponible, varían los métodos de control y dominio, pero el esquema básico sigue siendo el mismo: la necesidad de salir victorioso en la comparación con el otro, “ser más” a cualquier precio, recibir de fuera el reconocimiento indiscutible de tener un valor superior.
Tengo la sensación de haber vivido lo mismo millones de veces en una rueda interminable. Las fronteras del mundo actual parecen incluir a todo el planeta ¿Seguiremos ensanchando la ambición a otros mundos que ahora nos parecen tan inexistentes, inaccesibles e inimaginables como podrían ser los indios americanos para los persas?, después de todo sólo es cuestión de tener la tecnología adecuada, Asimov ya aventuró en su “Fundación” la descripción de un paisaje interestelar de enfrentamientos y en las pantallas hemos podido ver muchas versiones de la guerra de las galaxias, reproducciones ampliadas de la misma raquítica visión humana del mundo desde los anales de la historia.
¿Seguiremos desarrollando tecnología para exportar locura, para satisfacer la insaciable ansia de poder de esta humanidad perdida en sus estructuras mentales?
En todas las épocas siempre ha habido unos pocos que se daban cuenta de la disfunción, pero eran sistemáticamente incomprendidos. A veces tengo la sensación de que se van acumulando experiencias y cada cierto tiempo surge la oportunidad de dar el salto y trascender, ir más allá, abrirnos a una realidad diferente, si no lo hacemos damos una vuelta más de rosca y en otro interminable ciclo de experiencias, seguimos viviendo más de lo mismo perfeccionado, sutilizado. La forma de dominar, de someter, de hacer la guerra ha ido cambiando pero sigue siendo enfrentamiento, sigue siendo guerra.
Me gusta pensar que ahora en este momento de nuevo hay una posibilidad disponible, hay una puerta abierta para que, no ya unos pocos, sino muchos, puedan tomar conciencia de la estructura que sostiene la locura humana cuyo protagonista es ese personaje eternamente insatisfecho que busca su valor en la comparación y su seguridad en la ilusión del control de una vida que reduce a un modelo en su cabeza en el que, por supuesto, LA VIDA no cabe, generándose gran cantidad de sufrimiento.
Si descubro mi personaje, descubro el juego, si el centro de mi vida deja de gravitar en torno a él y accedo a esa profundidad insondable … la transformación ha comenzado.
No quiero cambiar el mundo, sólo quiero abrirme a una Realidad diferente, reconocerme más allá del límite de mi piel para descubrirte a ti más allá del tuyo, sentir esa única Conciencia que nos sostiene donde la carencia no existe y el enfrentamiento carece de sentido, soltarme, salir de la rueda, ser un punto sin resistencia que deje entrar esa Conciencia incondicionada a este mundo de formas …..y el mundo ya cambia solo.