SEGURIDADES

Un hombre resbaló en un precipicio, y quedó colgado agarrándose a una ramita de un árbol que crecía en la pared, desesperado pedía ayuda a Dios:

–          Dios mío por favor ayúdame, haré lo que quieras, lo que me pidas, pero por favor ayúdame.

–          Muchas veces me has pedido ayuda – contestó Dios – y siempre te la he dado, pero luego nunca haces lo que dices que vas a hacer, en seguida te olvidas de tus promesas.

–          Esta vez te prometo que no me olvidaré, haré lo que me pidas de verdad, pero ayúdame, no me dejes aquí colgado, ¡por favor, por favor! ¡¡Ayúdame!!

–          Está bien – dijo Dios – te ayudaré. Suelta la rama.

–          ¡¿?!

Esta entrada fue publicada en Blog. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario