En esta sociedad estandarizada, cuadriculada, clasificada, saturada de estadísticas que tratan de inventar una “normalidad” de referencia, cada vez más individuos se escapan por los bordes. Los extremos son difíciles de controlar, así que no queda más remedio que seguir inventando síndromes para intentar mantenerlo todo atado, y sobre todo para que los que están en el camino de la “normalidad” no se contagien.
Cada vez más nuestros niños tienen “alteraciones del comportamiento”, “Síndrome de Asperger” “Síndrome de atención dispersa”…. Y muchas otras patologías que se nombran con acrónimos impresionantes en un intento desesperado de mantenerlos bajo control.
Hoy en día en nuestros colegios si un niño de tres años no hace las fichas o no tiene interés por colorear o se resiste a ponerse en fila con los otros niños…. Es un niño con alteración del comportamiento que hay que estudiar. Al niño se cuelga una etiqueta y entra en un programa especial.
Por otro lado nuestros ancianos comienzan a desvariar, y aquí directamente se habla de demencia senil, a partir de ese momento da igual lo que digan, nadie escucha, simplemente están desvariando y se les sigue la corriente o simplemente no se les hace caso.
Yo me pregunto ¿Por qué no miramos a esos niños y a esos ancianos desde una perspectiva distinta? A lo mejor hay que quitar etiquetas y mirar con ganas de ver, de aprender.
Te invito al experimento, si tienes cerca a un niño con un diagnostico de los mencionados, trata de verle sin querer encajarlo en ningún síndrome, míralo con curiosidad, con apertura, con aceptación, con Amor, contempla su peculiaridad como la maravilla que es. Míralo para verle, para conocerle, intenta aunque sólo sea por un momento aceptarle tal y como es sin ningún deseo que cambie o de que no cambie, olvídate de cómo deben ser los niños y mira al niño que tienes delante, actúa como te surja en ese momento y… a ver qué pasa.
Si tienes cerca un anciano con su demencia, escúchalo con la intención de conectar con él, sin juzgar. Olvídate de la lógica, trata de estar presente acogiéndole incondicionalmente, no quieras entender lo que dice con tu cabeza, conecta con el corazón, simplemente contempla la posibilidad de que tal vez puedan existir otras realidades, escucha con la intención de aprender, no te dejes arrastrar por “la pena”, por el contrario trata de ver el ser luminoso que tienes delante y haz lo que en ese momento veas que tienes que hacer.
La vida es mucho más rica que cualquier modelo de referencia por perfecto que este sea y sobre todo, en la Vida… ¡Todo cabe!
Gracias Elvira, por tu comentario, aunque salió en la entrada anterior.
Te agradezco mucho este post. En casa convivimos desde hace muchos con una enfermedad mental que nos hace sufrir mucho tanto a la persona que la padece como a los que le intentamos ayudarle(o al menos acompañarle). Tras leer esto me planteo que quizá habrá que intentar mirar la situación desde otra perspectiva, aunque me cuesta mucho superar un fuerte sentimiento de rebeldía ya que no le encuentro sentido a ver a una persona que quieres, que sufre y no puedes ayudarle.
un abrazo
Hay cosas que no podemos comprender, hay veces que no sabemos que hacer con una persona, pero siempre podemos AMARLA. Cuando dejamos de empeñarnos en que la vida se ajuste a nuestros patrones empezamos a aprender.
Gracias por comentarlo aqui
Cuanto ayudan estos restos y estos comentarios.
Gracias