Había un mono que vivía feliz en su árbol. Tenía la mejor rama para él, una rama robusta y 
frondosa que se extendía sobre el lago, llena de frescas hojas.
Desde allí podía ver todo el lago y mucho más, en verano se cargaba de frutos y en invierno era el refugio ideal. Se sentía dichoso de poder disfrutar de ese árbol.
Un día que se encontraba plácidamente tumbado en su rama mirando el lago, vio un pez que se agitaba en el agua, saltaba y volvía a caer, se hundía y volvía de nuevo a la superficie. El mono asustado pensó que se ahogaba y decidió salvarlo, así que se recolgó en su rama y no con poco esfuerzo y arriesgándose mucho, consiguió atraparlo.
Feliz el mono de haber podido ayudarle y salvarle de lo que él pensaba era una muerte segura, lo colocó en la mejor rama del árbol, una rama casi tan buena como la suya…
Nunca entendió por qué murió tan pronto.
